Los niños son la prioridad de sus padres y el primer pensamiento en las mañanas. Sin embargo, no siempre es posible dedicarles todo el tiempo de calidad a los hijos que desearían y esto nos convierte en padres ausentes.
Muchas veces el trabajo, las responsabilidades y la rutina del día a día hacen que los padres se olviden de sus pequeños. Debido a que están presentes, pero son padres ausentes, ellos necesitan de sus cuidados, apoyo y comprensión.
Esto hace que se abra en ellos abismos que podrían provocar una crisis existencial o emocional. Los hijos necesitan una atención sin prisas y tardes de sonrisas con sus padres. Un aspecto que los padres no pueden descuidar nunca, es que los niños entienden, perciben e intuyen muchas más cosas de las que pueden comunicar.
Así, muchos de esos detalles que no se le escapa a los ojos de los niños es la calidad y la autenticidad de la atención recibida. Los niños necesitan percibir una dedicación real por parte de sus padres. No importa la edad que tengan, desde bebés logran detectar si el vínculo con sus progenitores es auténtico. Esto lo notan con base en la atención recibida, a la cercanía, al consuelo, a las miradas, al tono de la voz, entre otras.
Efectos de padres ausentes estando presentes
Es muy común que padres y madres estén, pero que realmente no están. Aquellos que permanecen emocionalmente inaccesibles o muy ocupados con sus quehaceres (trabajo, televisión, redes sociales).
Están tan desconectados del momento presente (pensando en situaciones del trabajo, tareas pendientes del hogar…) que no llegan a conectarse de verdad con sus hijos. Del saber cómo es su día a día, lo que les pasa, sus procesos, sus miedos, sus preocupaciones, su necesidad de atención y de ser escuchado.
También hay padres ausentes que se enfocan en satisfacer todas las necesidades físicas y deseos materiales de sus hijos. Pero no son capaces de compartir tiempo de calidad con los hijos o expresarles su amor y afecto.
El efecto más inmediato de tener un padre o madre presente, pero ausente, es que el menor se va a sentir rechazado. Tener un padre presente, no obstante ausente, produce prácticamente las mismas consecuencias que cuando se está ausente por completo. Debido a que la vivencia del menor es el rechazo constante y no contar con sus padres en momentos específicos.
Los hijos necesitan tiempo de calidad, no padres ausentes

El alimento emocional de un niño consta de la presencia y disponibilidad continua de sus padres. Esto requiere que estén presentes, que le demuestren su amor, le dediquen atención, tiempo de calidad, aceptación, contacto físico y palabras de estima, no simplemente estar ahí y ser padres ausentes.
Si un niño siente que no recibe todo esto, se sentirá triste, defraudado, enfadado, traicionado y muy solo. Un niño que se siente rechazado o al cual no le prestan la suficiente atención durante su infancia, podrá desarrollar una baja autoestima, pensamientos negativos hacia sí mismo.
En muchas ocasiones no se sentirá lo suficientemente bueno, tendrá miedos irracionales, estará en la búsqueda de amor, afecto y reconocimiento en los demás, donde cualquier sentimiento de aprecio o pertenencia es mejor que nada.
Sin embargo, en algunos casos puede ser el efecto contrario, es decir, su inseguridad la enmascara, mostrándose demasiado confiado, arrogante o agresivo. Rebelándose contra todo, como forma de tapar sus sentimientos dolorosos.
En ambos estilos pueden desarrollar un comportamiento asocial o antisocial, de abuso de sustancias o de juegos, o incluso una vida sexual insana, a veces de manera obsesiva.
Qué hacer para no ser padres ausentes pero presentes
Los padres deben tratar de que el tiempo que tienen de descanso y para estar con sus hijos, se enfoquen y lo dispongan para compartir realmente con ellos.
Para hacer actividades donde puedan compartir y generar lazos de confianza, las vacaciones en familia puede ser una gran oportunidad para hacerlo. No se trata de que los padres se sientan culpables todo el tiempo, pensando que nunca hacen lo suficiente.
Está claro que los padres tienen que hacer cosas en casa (trabajar, hacer las labores del hogar) y no pueden estar siempre presentes. Pero que esto no los convierta en padres ausentes. Eso no significa que les vayan a dejar un trauma psicológico de por vida a sus hijos.
Sin embargo, deben preocuparse si esto es la tendencia que los mueve cada día, de ser así, si pueden generar conflictos emocionales en sus hijos. Es necesario que los padres estén atentos a sus hijos, de los cambios que ven en ellos, de ponerse en el lugar de ellos e intentar entender cómo es su vivencia interna.
Actividades de calidad con tus hijos
Para que los padres consigan más tiempo de calidad para compartir con sus hijos. Es importante que se paren a observar qué actividades realizan con sus hijos y cuánto tiempo pasan con ellos y si se involucran realizando estas actividades o solo están ahí observándolos.
En ocasiones nos encontramos qué sobrecargar las agendas, tanto de los padres como de los niños, con actividades extraescolares (piano, natación, pintura, futbol, inglés, coro, baile, etc.) es perjudicial. Porque nos podemos convertir en padres ausentes.
Estas actividades en lugar de aportar generan un efecto de sobrecarga y presión, tanto en los pequeños como en los adultos.
“Los niños no necesitan que estemos todo el día con ellos. También tienen que aprender a jugar y a estar solos, pero sí que es relevante dedicarles tiempo para jugar, para enseñarles, para pintar. Necesitan un adulto que les estimule, les guíe y comparta sus juegos. ¡No basta con estar al lado mirándolo!”
Dedicarle pequeños lapsos de tiempo de forma cotidiana, leerles un cuento antes de dormir, jugar con ellos, que juntos cocinen su comida preferida en familia, son acciones que les demostrarán que son su prioridad. No basta con que los padres sepan eso, a los niños se les debe demostrar a través de acciones.
Ellos notan la importancia mediante las caricias de sus padres, las palabras y el tono de voz en el que hablan, la manera en que los miran, en el tiempo de calidad que le dedican y la atención que les brindan.
Crea espacios propicios y de calidad para su crianza y educación
Descuidar los hijos puede traer consecuencias negativas en el futuro. Es necesario que los padres ausentes busquen momentos, instantes para compartir y dedicarles tiempo, demostrándoles que son lo más importante de sus vidas.
“Siempre se ha demostrado que el comportamiento y las actitudes de los niños, están ligados por el ambiente en el que crecen”.
Constantemente se ven casos donde hacen alusión a la frase anterior.
Veamos un caso específico:
Un paciente, de corta edad, con dificultades tanto comportamentales como académicas, es remitido a consulta. Después de varias sesiones se pudo identificar que su problemática estaba relacionada con el ambiente que vivía en su hogar. Además de evidenciarse el descuido y negligencia por parte de su cuidador más cercano.
Como consecuencia de ello tuvo un episodio traumático que le llevó a desarrollar un esquema disfuncional. Constantemente el rechazo que mostraba hacia los adultos se daba como compensación a lo que había sufrido hacía un tiempo en su hogar.
Es evidente entonces que las experiencias negativas que se viven durante los primeros años de vida pueden desarrollar ciertas ideas o pensamientos perjudiciales en el proceso de desarrollo de nuestros niños y niñas.
Para el caso de estudio se implementó un plan terapéutico donde se logró:
Articular con sus padres un régimen orientado a mejorar el entorno donde se desarrollaba el paciente, restablecer la confianza perdida y elaborar el desafortunado y trágico momento hacia una superación de este.
Este caso es una de las tantas situaciones en donde los niños son los afectados, es fundamental entonces crear espacios propicios para su crianza y educación.
El ambiente en el que los niños crecen es determinante para entregar a la vida y la sociedad personas con una proyección asertiva y positiva, frente a los retos que se presenten en el camino, por esto es importante no ser padres ausentes y en lo posible estar presentes.
Recomendaciones para crear espacios positivos y no ser padres ausentes
- Cuidar el ambiente donde los niños crecen.
- Atender las relaciones interpersonales que desarrollan a medida que crecen.
- Tener un cuidado especial respecto a las personas con quienes dejamos a nuestros hijos.
- Comprender que los niños son el síntoma de sus padres y en esta medida, las experiencias vitales que viven en su núcleo familiar tienen un accionar directo sobre el desarrollo del niño.
- Privilegiar las experiencias vitales tempranas que viven nuestros niños, para direccionar su futuro por el rumbo adecuado.
- Dedicar tiempo de calidad, donde los padres compartan momentos de juego y experiencias de la cotidianidad con sus hijos.
Aprendiendo psicología para la vida
Uno de los autores más representativos en la psicología, Jeffrey Young introdujo el concepto de esquemas disfuncionales tempranos.
Este es el producto de una interacción entre necesidades emocionales centrales y experiencias tempranas que generan un esquema estable y duradero a lo largo de la vida del individuo.
Es decir, experiencias tempranas principalmente negativas pueden desarrollar ciertas ideas o pensamientos «esquemas» negativos que pueden ser perjudiciales, por no dedicar tiempo de calidad a los hijos.
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